1. DESMATERNIDAD

La decisión de convertirse en dos personas en lugar de una es monumental. A veces es el momento y a veces no. Y este, es un momento en el que NO.

Jex Blackmore definía así hace unas semanas el momento en que supo que estaba embarazada. Y eran solo las primeras palabras de unas cuantas más. Porque esta mujer de Detroit de 29 años ha descrito en su blog, paso por paso, su proceso de aborto médico durante los últimos 15 días de noviembre.

Y a este proceso le ha dado incluso nombre: UnmotherhoodDESMATERNIDAD.

 A veces es el momento y a veces no. Comienza la desmaternidad

“He querido hacer esto en primera persona para romper el tabú y establecer una complicidad con todas aquellas que han pasado por lo mismo que yo y, por supuesto, con las chicas que se encuentren en una situación similar“, nos dice Jex desde Michigan.

“Falta información sobre el aborto desde la perspectiva de una mujer. La información que hay se centra en la decisión y en si una se arrepiente de ella”, critica.

2. PROCESO MÉDICO: MIFEPRISTONA, MISOPROSTOL Y CALAMBRES

Este es un proceso que comienza con el test. Cuesta entre 16 y 20 dólares en las farmacias estadounidenes. Una cantidad desembolsada dos veces por Jex para asegurarse, con dos marcas diferentes, del positivo que apareció ante sus ojos. “Para unas mujeres, es un momento de celebración. Para otras, de terror. Para mi, de shock y ganas de gritar obscenidades”, escribió aquel día.

A la mañana siguiente, las primeras náuseas. “Me pillaron conduciendo mi moto. Tuve que parar, quitarme el caso y vomitar en plena calle. Y mientras vomitaba, soportar cómo unos tíos me gritaban cosas“,  dice.

En ese punto, y con la decisión de abortar tomada, Jex se sentía madre y no-madre a la vez. Un escenario en el que parece que tuvieras que esconder tu intención escondiendo el embarazo. “Puedes perder a un amigo, a un familiar o incluso un trabajo”, escribió.

Pasados unos días, Jex comenzó efectivamente su aborto médico o químico. Una modalidad que prefirió al proceso quirúrgico. “ Escogí un aborto médico en vez de quirúrgico porque me parecía menos invasivo para mi cuerpo“, manifiesta.

Todo comienza en la clínica, nos dice Jex. “ Primero, te hacen un ultrasonido vaginal y un análisis de sangre para confirmar el tiempo que llevas embarazada. Después, te dan una pastilla, Mifepristona. Eso bloquea la hormona progesterona”.

El proceso continúa en casa: “24 horas después, has de tomar algún antiinflamatorio como Ibuprofeno para el dolor, además de un medicamento para las náuseas y otra pastilla más, Misoprostol. Esta última causa contracciones que desprenden el tejido del embarazo“.  

“Son horas sufriendo calambres hasta que expulsas ese tejido. Duele mucho“, recuerda.

3. PROCESO LEGAL Y ECONÓMICO: UN FILTRO DE 800 $ PARA LAS MUJERES

Jex es muy crítica con los procesos logísticos y legales que una mujer como ella ha tenido que atravesar. “El gobierno de Michigan te da consejos tendenciosos, proporcionándote información enfocada al desarrollo del feto o recomendándote clínicas que después descubres que son anti-aborto y además tienes que esperar 24 horas obligatoriamente antes de conseguir el tratamiento”, nos cuenta.

Uno de los asuntos que le han motivado especialmente para plasmar su experiencia es la denuncia de una escenario que penaliza económicamente a las mujeres. Un proceso como el suyo cuesta unos 800 dólares. El programa de seguridad social Medicare no cubre el aborto, pero la ley tampoco permite que lo hagan los seguros privados.

“Al no estar incluido el aborto en los seguros privados, hay que pagar por una cobertura extra. O sea, que toda la carga económica recae sobre la mujer“, critica Jex.

“Las clínicas que realizan tratamiento de interrupción del embarazo no reciben ninguna aportación pública a no ser que esté en juego la salud de la mujer o que haya sido producto de una violación o un incesto. Todo esto supone un ataque a las mujeres, en especial a las que tienen ingresos bajos”, protesta.

4. MASA ENFURECIDA: CON QUIÉN, CUÁNDO, CÓMO Y POR QUÉ

Jex abortó el Día de Acción de Gracias en su casa mientras veía la película Están vivos (1988), ese clásico de videoclub de John Carpenter en el que el Estado controla completamente las vidas de los ciudadanos lanzándoles mensajes como “Consume”, “Obedece” o “Cásate y reprodúcete”.

Uno de los aspectos más notables del caso de Jex es que, al publicar todo en su blog, ha sido objeto de no pocos ataques furiosos. “He recibido más insultos que amenazas directas”, nos recuerda. “Me han llamado enferma, asesina, guarra, idiota, irresponsable y attention whore. Varios me han aconsejado que me esterilice”.

Según ella misma, es evidente que para muchas personas el sexo parece ser una especie de contrato de embarazo. A pesar de que aseguró en su blog que el embarazo no había sido fruto de relaciones sin protección, gran parte de las críticas recibidas se han centrado en su vida sexual.

Le han preguntado con quién, cuándo, cómo y por qué.

“Para aquellos que se oponen al aborto, el valor de una potencial vida está directamente relacionado con la manera en que se concibió”, escribió al respecto.

Su pareja también ha compartido el asunto en sus redes sociales pero, según Jex, curiosamente él no ha recibido ninguna crítica.

5. EL CONJURO: VIVIR LA VIDA Y NO SOPORTARLA

“El 95% de los mensajes negativos que he recibido son de hombres“, nos dice Jex, antes de recordarnos que “el aborto se lleva practicando miles de años por todo el planeta”.

“El hecho de llamar ‘asesinas’ a las mujeres que decidimos interrumpir un embarazo es un intento directo de controlar a las mujeres y de regular su sexualidad. La vergüenza y la culpa son emociones muy potentes para manipular a las personas“, mantiene.

Esa vergüenza y esa culpa son precisamente el origen de una gran frustración que Jex nos reconoce haber sentido en esas dos semanas.

“Me siento frustrada por no poder hablar de ello abiertamente a causa del estigma social. En la clínica, todas las mujeres estábamos tan incómodas con la situación que ninguna establecíamos contacto visual con las demás. Es extraño porque estábamos todas en la misma situación y podríamos empatizar unas con otras”, se lamenta.

En este tiempo, Jex no se ha sentido triste. Ni deprimida. Ni insegura. No ha llorado.

Me he sentido mal con mi propio cuerpo, que estaba siempre sucio, siempre agotado”. Tres días después del aborto, Jex todavía sentía dolores que le impedian dormir en toda la noche.

Sobre ese dolor, literal y metafóricamente, se preguntó Jex: “¿Es soportable?”.

“Lo es, pero no quiero soportar mi vida, quiero vivirla“, se contestó ella misma. Y sonó a manifiesto. A conjuro.  

Con información de PlayGroundNoticias

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